miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA MOTIVACIÓN Y LAS ENFERMEDADES INCURABLES

La motivación puede definirse como «el señalamiento o énfasis que se descubre en una persona hacia un determinado medio de satisfacer una necesidad, creando o aumentando con ello el impulso necesario para que ponga en obra ese medio o esa acción, o bien para que deje de hacerlo».
Otros autores definen la motivación como «la raíz dinámica del comportamiento»; es decir, «los factores o determinantes internos que incitan a una acción».
Para que exista la motivación tiene que haber una necesidad que puede ser de carácter altruista o egocéntrico.

Para los pacientes que padecen alguna enfermedad incurable como cáncer avanzado, SIDA, ELA, vitíligo, entre otros; la motivación es clave para una posible cura espiritual y hasta de la misma enfermedad. Su propia salvación, las de sus familiares, amigos (motivación externa) hace que se ponga en movimiento ese accionar de vivir un día más (motivación interna) porque hay días en que tal vez ni tenga ganas para despertar, para realizar sus tratamientos que alarguen o que brinden mejor calidad de vida, entrarán en depresión.
Cada día es único y especial, un verdadero regalo,  una lucha ardua y  constante que sólo el AMOR (con mayúsculas) es el motor y  motivo para aquellos que padecen enfermedades incurables así como para sus familiares.

TESTIMONIO

Él fue mi papi y padeció de una enfermedad incurable llamada ELA (Esclerosis lateral amiotrófica), enfermedad degenerativa donde cada célula motora de tu cuerpo se muere y no se regenera.
Existe un medicamento que sólo da calidad de vida: Riluzole; se comercializa en otros países, luchó para obtenerlo a través del seguro social lamentablemente por la corrupción que aborda a nuestro país y no sólo el nuestro, no se la “pudieron dar”; pero él no se quedó de brazos cruzados con sus propios medios económicos y apoyo de su familia la consiguió en Colombia.

Su motivación diaria fuimos nosotros, el dejarnos bien, en paz con nosotros mismos, el no dejarse vencer por la enfermedad pero cuando el cuerpo ya no puede más no depende de uno mismo sino de la voluntad de Dios.